Antes de hacer parte de un equipo distribuido, por muchos años mi rutina laboral fue la misma. Levantarme, hacer algo de ejercicio, darme una ducha, vestirme (muchos años con corbata), manejar el carro hasta la oficina. Al llegar, conversaba y trabajaba con mi equipo, tenía reuniones con mi jefe y con otros compañeros, atendía a diferentes personas y hacía otras cosas hasta que el día se acabará. Al final todos los días eran iguales.
Descubrí que las personas podían marcar sus propias rutinas, es decir, ahora que estoy aquí tengo la oportunidad de crear mi propio día gracias a los equipos distribuidos. Podría abrir mi computadora desde la sala de mi casa, desde la piscina, desde la playa, desde mi propia oficina, podría estar en ropa informal o formal, o con una pizza o helado a mi lado; Al final del día, soy yo quien decide dónde y cómo trabajar.
Por otro lado, todo pareciera que es fácil, pero para tener éxito en un equipo distribuido se necesita tener un alto nivel de disciplina para enfrentar los desafíos que se presentan con esta nueva forma de trabajo.
Cuando aprendes cómo manejar estos desafíos de manera responsable, empiezas a disfrutar de los beneficios que se presentan mientras trabajas en un equipo distribuido.
Creo que aprender a administrar mejor tu tiempo y espacio de trabajo, especialmente cerca de la familia, es una de las claves más importantes para ser más productivo. Trabajar en un equipo distribuido te ayudará a madurar desde la parte profesional y personal pero tendrás que organizarte mejor y cumplir con tus responsabilidades de una manera distinta a la “habitual.
Al inicio el impacto puede ser duro y podría llevarte a cometer errores, pero con el tiempo y con control descubres que los equipos distribuidos están aquí para quedarse.
“Después de llevar un año trabajando con equipos distribuidos, no creo que quiera regresar al trabajo habitual”.
Autor: Javier Ordoñez
Chief Strategy Officer at TechAID
LinkedIn: Javier Ordoñez
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